COSME GARCÍA

Cosme García

Y como comentamos en la entrada anterior, vamos a centrarnos en los varios personajes, haciendo un pequeño repaso a su vida y sus aportaciones.

Ingeniero logroñés, nació el día 27 de septiembre de 1818. Era hijo de un modesto carpintero, y, desde muy niño, sintió una gran afición por las cosas relacionadas con la mecánica. Entró de aprendiz en el taller de un relojero de la ciudad, apellidado Cenzano, que tenía una tienda en la antigua calle de Mercaderes. A Cosme García, se le conocía entonces por el “Pinche”. Muy pronto destacó por sus habilidades y destreza en el oficio. Más tarde se hizo electricista, y finalmente cursó con notable aprovechamiento la carrera de Ingeniería.

Poseía ideas en extremo originales -como todos los grandes precursores-, que chocaban con el tradicional inmovilismo del ambiente. Invitado por el conde de Santa Cruz, fue a Madrid en el año 1851, para presentar un invento: una máquina matasellos, cuyos resultados fueron tan maravillosos que el ministro de la Gobernación le pidió numerosas máquinas como aquélla para surtir a las oficinas de Correos de la Península y Ultramar.

Como en Madrid no contaba Cosme García con los suficientes elementos para tal fin, decidió trasladarse a Barcelona, donde vio el mar por primera vez. Entonces pensó en un ingenio, artilugio o artefacto buzo, capaz de sumergirse, contemplar lo que hubiera en el fondo del mar y emerger nuevamente.

En ello invirtió los cuarenta y cinco mil duros que le produjeron las máquinas matasellos por el inventadas.

En el año 1858, reinando Isabel II presenta al Gobierno de Su Majestad un proyecto experimental de bote submarino, por él inventado y construido, impulsado por un motor de resorte y un peso sumergidos, que, tras no pocas y laboriosas gestiones fue probado en aguas del puerto de Barcelona con buenos resultados, ante un pequeño grupo de personas para comprobar en la práctica lo que ya estaba resuelto en la teoría. Como los resultados obtenidos permitían asegurar que la solución del problema de la navegación submarina era un hecho, y animado por el éxito, llevo su modelo a Madrid, donde lo expuso en la calle de San Hermenegildo nº 1 para mostrarlo y que lo pudiesen ver el Gobierno, los diputados y las más altas jerarquías oficiales. Más tarde construye otro modelo de superiores dimensiones y más perfeccionado,  de acuerdo con la Compañía de Maquinaria Terrestre y Marítima, patentado en París el 16 de noviembre de 1859, del que los historiadores no tienen constancia de sus características, por haberlas destruido su inventor en Alicante.

Este segundo bote submarino, que también probó en Montjuich, la Ciudad Condal, lo llevó a Alicante a bordo de un mercante, donde el 4 de agosto de 1860 efectuó nuevas pruebas ante el Comandante de Marina, Gobernador Militar y otras Autoridades, seleccionados por el Gobierno, entonces bajo el mando  de O´Donnell, general interesado en las posibles aplicaciones bélicas del invento, así como los Cónsules de Gran Bretaña Suiza y Estados Unidos.

En el acta que se levantó a dichas pruebas se decía lo siguiente:

<< Los que suscriben, residentes en esta ciudad de Alicante, certificamos y aseguramos bajo nuestro honor y buena fe:

Que el día tres del corriente mes de agosto de 1860, fuimos invitados por don Cosme García, de profesión mecánico y residente en Madrid, para asistir al día siguiente cuatro, a las 7 de la mañana, a los experimentos y pruebas de un aparato buzo de su invención.

Que, en efecto, concurrimos en el día y hora mencionados con el indicado fin, al punto del mar designado por el Sr. Comandante de Marina de este distrito para ejecutar estos trabajos.

Que el sitio indicado es el de mayor fondo o profundidad reconocida en este puerto.

Que llegado a este punto, observamos el aparato “Submarino” a flote y dispuesto a funcionar.

Que así que se completó el número considerable de personas asistentes a este acto, el inventor, Sr. García se introdujo con uno de sus hijos en el aparato, y cerró herméticamente su entrada por medio de la tapa o puerta colocada en la parte superior de aquél.

Que instantáneamente después, el “Submarino” desapareció de la vista de todos los concurrentes, sumergiéndose con la mayor facilidad hasta el fondo del mar.

Que en este estado, con el inventor y su hijo dentro, permaneció sumergido por tiempo de cuarenta y dos o cuarenta y cinco minutos, sin tubo, cuerda, ni nada que le comunicase con la atmósfera.

Que durante este tiempo, el aparato se hizo visible varias veces entre dos aguas a voluntad del inventor, quien hizo estos movimientos, según dijo después, para dar a conocer a sus concurrentes que ninguna novedad le ocurría y evitar toda duda e inquietud por este motivo.

Que asimismo observaron que el aparato permaneció inmóvil entre las aguas, a voluntad del inventor que dirigía estas operaciones desde el interior.

Que después, el aparato se movió en todas direcciones, caminó y dio vueltas o giros completos, ejecutados por el inventor sin ningún auxilio ni agente exterior.

Que el aparato subió a la superficie del mar, y, abierta la tapa desde el interior, aparecieron el inventor y su hijo tranquilos, sin muestras de fatiga o cansancio.

Que el inventor manifestó entonces que podía haber permanecido encerrados en él mucho más tiempo; pero que no lo habían hecho para evitar que los concurrentes experimentasen temor sobre su seguridad personal.

Y certificamos, por último, que todas estas operaciones se han ejecutado a nuestra vista, sin que el inventor haya necesitado aire, ni ningún otro auxilio exterior, esto es, incomunicado completamente con la atmósfera, suelto y libre el aparato, sin un cable siquiera que pudiera elevarlo del fondo del mar a la superficie, caso de cualquier accidente.

Y, a petición del inventor don Cosme García Sáenz, y por ser así la verdad, firmamos este acta en Alicante a día 6 de Agosto de 1860:

 El Comandante de Marina, José de la Paz. El brigadier gobernador, Buenaventura Carbó. El coronel jefe del Estado Mayor de las Islas Baleares, Juan de Dios Sevilla. El presidente del Consejo Provincial, Joaquín Orduña. El administrador provincial de Hacienda Pública Manuel de Corbella. El ingeniero de Minas Sandín. El ingeniero jefe de la Provincia, Agustín de Aroso y Baracibar. El ingeniero primero Eduardo O´Kelli. El ingeniero de Caminos, Antonio G. Molina. El juez de primera instancia,, Antonio Alix. El Cónsul general de Suecia y Noruega, Carlos A. Danlander. El administrador principal de Correos, Remigio Motas. El cónsul de S.M. Británica, Benjamín Barrios. El Cónsul de los Estados Unidos, Guillermo Leach Giró. El Director propietario del periódico “El Comercio”, B. Lomas y Corradi. El marqués de Casa Pizarro. El capitán del vapor “Marsella”, R. Lagier y otros muchos espectadores. >>

Este “acta” se conserva en el Archivo Histórico del Ministerio de Marina (Madrid).

El Comandante de Marina ofició al capitán general del Departamento de Cartagena don José Montojo y Albizu, el día 5 del mismo mes en los siguientes términos:

“A las siete y tres cuartos de la mañana del día de ayer se hizo en este puerto la prueba de un aparato submarino de la invención de don Cosme García, vecino de Madrid, resultando de las operaciones hechas que dicha máquina, que es de planchas de hierro, se sumergió con dos hombres dentro, permaneciendo bajo el agua veinte y seis minutos, que después ascendió a flor de agua, girando varias veces tanto en superficie como entre aguas con facilidad, dando con esto su inventor por concluidas las pruebas a las que asistí y que en su totalidad duraron hasta las ocho y media de la propia mañana, sin que en las personas que se sumergieron, una de las cuales fue el indicado Sr. García, se notase alteración alguna en su salud”.

El capitán general transmitió el oficio el día 7 al ministro de Marina, pero, por lo que sabemos, el inventor no tuvo respaldo oficial y su meritoria experiencia terminó por caer en el olvido.

Pese al éxito, al entusiasmo que despertó y al informe tan favorable de la Junta, el inventor quedó arruinado y muy dolido con los desprecios que recibió del Gobierno. El éxito de las pruebas y los aplausos, seguramente hicieron albergar a Cosme García Sáenz la esperanza de poder subir a los altares de los grandes inventores. Animado, construyó un aparato todo de cobre, de dimensiones reducidas y lo trasladó a Madrid para presentárselo a S. M. Isabel II. Cosme García fue llamado a Palacio por el ayudante de campo de Su  Majestad. La tarjeta de invitación decía lo siguiente: “… que el lunes siete de abril de 1861, a las dos de la tarde, puede ir a Palacio con el barco-pez.” Junto a la tarjeta aparece un papel en el que se le indica el santo y seña para tan señalada ocasión:

Juan José, Jaén, Justicia. La contraseña especial sería Juicio. La visita no fue la soñada por el inventor. Isabel II admiró el pequeño barco-pez y lo llenó de elogios, pero al final soltó la noticia: el Gobierno no podía comprar ni financiar el proyecto, por los cuantiosos gastos ocasionados por la guerra de África.

El “Garcibuzo”, quedo anclado en el puerto de Alicante. Pocos años después, una notificación portuaria le informó que el aparato molestaba al tráfico marítimo.

Entre él y su hijo Enrique, lo mandaron al fondo del mar a la salida de dicho puerto.

plano cosme García